MálagaHoy
El IES Politécnico Jesús Marín celebró ayer la primera jornada Malakabot 2009. Una treintena de alumnos de Madrid, Guadalajara y Málaga concursaron con microrobots realizados por ellos mismos
Cristina Fernández , Málaga | Actualizado 23.04.2009 – 07:22
Teodoro Llorente revisa su hexápodo antes de la prueba libre y delante de un salón de actos abarrotado de gente. Ha llegado al Politécnico Jesús Marín desde el IES Juan de la Cierva de Madrid con un robot araña al que ha dedicado, junto a su compañero Raúl Marín, tres meses “casi día y noche”. Su creación, aunque inspirada en modelos ya existentes, es una pieza única completamente autónoma, que se mueve sin necesidad de ningún mando remoto, que cuenta con cámara web y se controla también por wifi. Pero su participación en la primera jornada de robótica Malakabot 2009 no ha quedado ahí. También han diseñado un bípedo en el que procurar el equilibrio ha sido lo más complicado.
Raúl y Teodoro son dos de la treintena de participantes que tuvieron ayer estas jornadas que nacieron de un proyecto conjunto entre tres centros españoles, Juan de la Cierva, el malagueño Jesús Marín y el IES Luis de Lucena de Guadalajara. “Pretendemos enseñar la electrónica a través de la robótica, que es algo muy atrayente y que estimula a los alumnos”, explica Enrique Norro, profesor de electrónica y organizador de la jornada. Y es que, cuando los alumnos del ciclo formativo de desarrollo de productos electrónicos se enfrentan a un reto así han de “combinar la electrónica, la informática y la mecánica con mucha imaginación y creatividad”, señala Norro.
Institutos de toda Andalucía, unas 300 personas en total, acudieron a estas jornadas que se dividieron en competiciones de microrobots creados por los alumnos, exhibición de una empresa privada de robótica lúdica comercial –juguetes de alta tecnología que están en el mercado– y un apartado de I+D en el que profesores de la Universidad de Málaga explicaron en el punto en el que está la investigación en este campo. En cuanto a las pruebas de los alumnos, algunos desarrollaron prototipos velocistas y otros para salir de un laberinto o hacer peleas de microsumo. “Se trata de poner dos robots en un tatami que están programados para detectar al contrario y expulsarlo del círculo”, comenta el organizador de Malakabot que agradeció la buena respuesta que tuvo la iniciativa desde su gestación.
Para hacer estas piezas “se puede tardar en torno a un curso y medio, ya que los chicos tienen que tener bases de electrónica e informática”, dice Norro y añade que la mecánica es lo que más les suele gustar, la electrónica lo que más controlan y la programación lo que les supone un mayor reto. Ayer se pudieron ver robots que andaban como manos, como arañas o tipo tanque con tracción, para los que se usaron materiales relacionados con el aeromodelismo pero en los que una caja de cd, un chapón o un tupperware podía servir para el chasis.
Por ejemplo, Sergio González utilizó una plancha de PVC para crear su robot velocista a modo de bólido y al que colocó dos motores de corriente continua y cinco sensores para detectar el camino correcto. El Incatrón de Daniel Vidal ganó en la prueba del laberinto. Fue el más veloz en salir del atolladero.